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martes, 14 de octubre de 2014

¿ESTAMOS ASISTIENDO A LA RECUPERACIÓN DE ESPECIES EXTINTAS EN LOS FARALLONES DE CALI?

ALGUNAS CONTRADICCIONES

Por: Juan F Conde

GALLITO DE ROCA

Cuando Carlos Mario Wagner me pidió que dijera unas palabras para este conversatorio previo al acto de proclamar al Gallito de Roca –Rupicola peruviana sanguinolenta- como ave emblema –o insigne- del Valle del Cauca, me sentí muy honrado sobre todo porque quien iba a presentar a esta especie en este acto era el profesor Humberto Álvarez-López, decano de todos los ornitólogos y pajarólogos colombianos, que por razones de fuerza mayor no pudo estar aquí; pero en su remplazo, era un honor alternar con Carlos Mario a quien todos conocemos por sus conocimientos y bellas obras en favor de la biodiversidad; y con el doctor Francisco Piedrahita eminente pajarólogo; y nombro sólo mis conocidos. Tenía un problema ético para hacerlo: no había visitado aún ningún lek de Gallitos de Roca de la región. Pero tenía tiempo para hacerlo. Llamé a Carlos Mario y concertamos una cita para hacerle la visita a uno de los varios leks que tienen los ríos de Cali, uno particularmente importante en el río Felidia; más adelante explicaré su importancia.
La fotografía de la hembra fue tomada de wikipedia, de Internet

Un lek –palabra sueca- es una agrupación de machos que compiten por el apareamiento con hembras. Algo
así como un bar de encuentro de parejas. En las especies que presentan este sistema de apareamiento de lek, el macho no suele ocuparse de la descendencia, todos los machos se agrupan en lugares específicos para las exhibiciones y las hembras seleccionan a los machos con los que van a copular, de los que sólo
sacan sus células reproductoras. 

Cierto día, en nuestra casa de campo en Pichindé, escuché una algarabía de muchachos. Iban tras un pájaro que se les escapó de una jaula. Se trataba de una hembra de Gallito de Roca, la pude identificar. El papá de uno de ellos, un policía jubilado, compraba pájaros exóticos para tenerlos en jaulas. No dejé que la recuperaran, los amenacé con la policía -¡Qué ironía!- cuando quisieron hacer caso omiso de mi intromisión. La chica estuvo posada por varias horas en uno de los guamos cercanos a nuestra casa y luego se fue en busca de su lek; lamenté no haber tenido cámara para fotografiarla. Ése fue el día en que conocí a la hembra. Luego en el aviario de Cartagena conocí los varios ejemplares que allí tienen en cautiverio. Pero tenía que conocer los de nuestra tierra en sus espacios naturales.
 El domingo 26 de septiembre de este año de 2014, por fin hicimos lo tantas veces aplazado: ir a ver los Gallitos de Roca.

Los Gallitos de Roca los podemos ver en un lek en El Pato, vereda de La Leonera, corregimiento de Cali, ubicada entre Felidia y Pichindé, en los Farallones de Cali. Hay otros sitios pero este es el más asequible ya que queda a unos quince minutos bajando hacia el río Felidia. Don Jaime Zertuche nos guía por sólo diez mil pesitos por persona.


Don Jaime Zertuche. A este personaje lo conozco desde hace varios años por referencias escuchadas en las charlas en la Pontificia Universidad Javeriana de Cali a las que he invitado a Carlos Mario. Quizás esta historia haga famoso para la pajarología y el conservacionismo tanto a don Jaime como a Carlos Mario y aquí la voy a resumir para este relato informal, que no sé si sea adecuado el género del anuncio publicitario de este evento en el que me anuncian como ponente: Fernando Conde, y aunque también me llamo Fernando de segundo nombre, soy más Juan, me siento más Juan, me nombran más Juan, así que soy Juan, y pueden llamarme Juan, y ahora me estoy firmando Juan F Conde, porque también soy Conde, de nobleza. Y de segundo apellido Libreros que significa libertad, o el que vende libros o al que le gustan los libros y con todos me identifico, y aunque no vendo libros mi papá y mi mamá tuvieron una librería. Yo los escribo.

La historia de don Jaime simplemente hay que resumirla así: extraía animales y plantas del bosque para sobrevivir. En otras palabras, era un depredador de la naturaleza.

Pero el destino de don Jaime era conocer a Carlos Mario y a su grupo de amigos, entre los cuales hay varios héroes a los que tendremos en algún momento que rendirles un sentido y gran homenaje por la valentía de querer proteger al mundo.

Y este valiente y quijotesco grupo de conservacionistas poco a poco le fue cambiando la mentalidad a don Jaime, le cambió el chip, como decimos hoy.

-Tanto o más dinero puede obtener si yo le traigo aquí a personas para que usted les muestre los Gallitos de Roca-, fue el argumento para convencerlo. -Y es mejor que usted proteja los árboles, sembremos más especies forestales y atraigamos más especies para que el sitio se vuelva turístico de avistamiento de pájaros-.

La historia no hay que alargarla más. Hoy don Jaime Zertuche hace eso, vive del ecoturismo. Se gana la vida protegiendo los Gallitos de Roca y sembrando especies forestales para que vengan todas las hermosas especies de pájaros que tenemos en estos increíbles Farallones de Cali. Y necesitamos a muchos Carlos Mario y a muchos don Jaime que quieran ser partícipes de esta fiesta de la naturaleza que es ver pájaros en su entorno natural.

En nuestra rica experiencia con don Jaime de guía pudimos ver, además de los machos de Gallitos de Roca, por ejemplo, una hermosa especie que estaba extinta en Los Farallones como lo es la Oropéndola Común –Psarocolius angustifrons-. La hermosa  mochila que hace de nido le compite en belleza a su exótica figura. -Fotografías tomadas de wikipedia-.

Y en esto de nuestra naturaleza del Valle del Cauca hay muchas contradicciones que van desde tantos proteccionistas –necesitamos que se nos unan muchos más- hasta los humanos depredadores –que cada vez  sean menos-, desde la guerrilla sembradora de minas miserables arranca pies hasta el doctor Francisco Piedrahita, desde invasores de los parques naturales hasta reforestadores de corazón como los muchachos de la Fundación Amatea.
 En este mar de contradicciones vi desaparecer a comienzos de los años sesenta, en mi pueblo Ginebra, el Coclí –Theristicus caudatus- a manos de los depredadores para hacer los primeros sancochos que no fueron de gallina sino de Coclí, y luego verlo reaparecer, cincuenta años después, de sus cenizas y poder verlos hoy cruzando los cielos de Cali y del Valle del Cauca con sus graznidos “como trompetas de aluminio” como reza el poeta Neruda diciendo de las Bandurrias, que son nuestros hermosos Coclíes.
Fotografías: Felipe Anaya
Pájaros que nunca pensé ver en Los Farallones de Cali como el Quetzal Colinegro –Pharomachrus auriceps- o el Trogón Collarejo –Trogon collaris-, hoy poblando con sus hermosos silbos y vistosos plumajes los árboles que aún no han sido derribados.

Tampoco pensé nunca volver a ver a las Cotorras Cheja –Pionus menstruus- y ser espectador privilegiado de bandadas de más de quinientos ejemplares en el Club Campestre y sus alrededores.


O ser testigo por los mismos sitios de una bandada de treinta Guacamayas Carisecas –Ara severa-, o grandes parvadas de Perico Carisucio –Aratinga pertinax-, o pequeños grupos del Perico Chocolero –Aratinga wagleri-, como también la Lora Petirroja –Amazona autumnalis- y la Lora Común –Amazona ochrocephala-, y el Periquito Bronceado –Brotogeris jugularis-, sólo por hablar de la hermosa familia de las Psitácidas, que no son otros que pericos, loros y guacamayas.

Quisiera volver a ver las grandes y bullosas parvadas del Periquito de Anteojos –Forpus conspicillatus- que nos alegraban las tardes a la salida del Colegio San Francisco de Asís, en mi pueblo Ginebra, también en los años sesenta. Por ahí hemos vuelto a ver algún grupito de cuatro o cinco de estos preciosos muchachos. 

¿Por qué estamos asistiendo a la recuperación de estas especies? ¿Cuáles son las causas de este fenómeno? En una charla de pájaros que preparé para otra invitación en la CVC dije una blasfemia que voy a repetir. El que hayan mermado los depredadores humanos se lo debemos a la guerrilla porque huyeron de miedo a que los ajusticiaran como ocurrió con algunos. Pero esto no puede justificar las muertes ni los actos violentos de la guerrilla ni los de nadie.

En mi blog –juanfconde.blogspot.com- publiqué hace unos días un artículo escrito a dos manos con mi amigo Álvaro Calonje; él lo tituló “En el postconflicto los bosques caen”, y allí denunciamos cómo en cada acuerdo con grupos paramilitares -y grupos de otras índoles delincuenciales-, hay por todo el territorio nacional bosques arrasados para darles tierras; o les entregan las tierras, antes bosques, que han sido arrasados por los narcotraficantes o colonos inescrupulosos. Y es necesario estar atentos para que cuando se firme la paz con la guerrilla, no sean los bosques y las reservas naturales, nuestros bosques, nuestra heredad, la que sea feriada.

En este mismo mar de contradicciones hoy vemos al Carpinterito Habado –Melanerpes rubricapillus-, que no deberíamos de tenerlo en el inventario de nuestras aves del Valle del Cauca porque sus hábitats han estado en la costa Atlántica. Llegó al Valle del Cauca y aquí se quedó, como consecuencia de la deforestación del centro de Colombia.

Nos la hemos pasado pidiéndoles a las autoridades que actúen, que defiendan nuestros recursos naturales, que defiendan nuestros parques, los ríos, los humedales, pero estos llamados y estos gritos de auxilio no han sido escuchados, o los escuchan pero no hacen nada por ello. Lo peor es que las mismas autoridades en muchas ocasiones han sido, son y siguen siendo cómplices de estos crímenes contra la naturaleza, y debemos seguirlo denunciando. No nos vamos a cansar de seguirlo haciendo y de seguir buscando estrategias para que actúen, y las que nos ingeniemos para actuar nosotros mismos.

Soñamos con que nuestro Valle del Cauca, Cali y Los Farallones de Cali seamos un destino mundial por excelencia en el avistamiento de aves porque Colombia es el país más biodiverso en aves del mundo, el Valle del Cauca es el departamento más biodiverso en aves del mundo y Cali la ciudad más biodiversa en aves del mundo. Es nuestra mejor ventaja comparativa para atraer el ecoturismo de avistamiento de pájaros del mundo entero.

Publiquemos y socialicemos, pues, a nuestro hermoso Gallito de Roca como nuestro pájaro insigne o emblemático del Valle del Cauca. Y para nosotros, aquí entre nosotros y sin que se enteren los científicos, no seguirá siendo el Rupicola peruviana sino el Rupicola vallecaucana. He dicho.


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