¿ESTAMOS ASISTIENDO A LA
RECUPERACIÓN DE ESPECIES EXTINTAS EN LOS FARALLONES DE CALI?
ALGUNAS CONTRADICCIONES
Por: Juan F Conde
GALLITO DE ROCA
Cuando Carlos Mario
Wagner me pidió que dijera unas palabras para este conversatorio previo al acto
de proclamar al Gallito de Roca –Rupicola peruviana
sanguinolenta- como ave emblema –o insigne- del Valle del Cauca, me
sentí muy honrado sobre todo porque quien iba a presentar a esta especie en
este acto era el profesor Humberto Álvarez-López, decano de todos los
ornitólogos y pajarólogos colombianos, que por razones de fuerza mayor no pudo
estar aquí; pero en su remplazo, era un honor alternar con Carlos Mario a quien todos
conocemos por sus conocimientos y bellas obras en favor de la biodiversidad; y
con el doctor Francisco Piedrahita eminente pajarólogo; y nombro sólo mis
conocidos. Tenía un problema ético para hacerlo: no había visitado aún ningún
lek de Gallitos de Roca de la región. Pero tenía tiempo para hacerlo. Llamé a
Carlos Mario y concertamos una cita para hacerle la visita a uno de los varios
leks que tienen los ríos de Cali, uno particularmente importante en el río
Felidia; más adelante explicaré su importancia.
La fotografía de la hembra fue tomada de wikipedia, de Internet
Un lek –palabra sueca- es una agrupación de machos que compiten por el
apareamiento con hembras. Algo
así como un bar de encuentro de parejas. En las
especies que presentan este sistema de apareamiento de lek, el macho no suele ocuparse de la descendencia,
todos los machos se agrupan en lugares específicos para las exhibiciones y las hembras seleccionan a los machos con los que van a copular, de los que
sólo
sacan sus células reproductoras.
Cierto día, en
nuestra casa de campo en Pichindé, escuché una algarabía de muchachos. Iban
tras un pájaro que se les escapó de una jaula. Se trataba de una hembra de
Gallito de Roca, la pude identificar. El papá de uno de ellos, un policía
jubilado, compraba pájaros exóticos para tenerlos en jaulas. No dejé que la
recuperaran, los amenacé con la policía -¡Qué ironía!- cuando quisieron hacer
caso omiso de mi intromisión. La chica estuvo posada por varias horas en uno de
los guamos cercanos a nuestra casa y luego se fue en busca de su lek; lamenté
no haber tenido cámara para fotografiarla. Ése fue el día en que conocí a la
hembra. Luego en el aviario de Cartagena conocí los varios ejemplares que allí
tienen en cautiverio. Pero tenía que conocer los de nuestra tierra en sus
espacios naturales.
El domingo 26 de
septiembre de este año de 2014, por fin hicimos lo tantas veces aplazado: ir a
ver los Gallitos de Roca.
Los Gallitos de Roca
los podemos ver en un lek en El Pato, vereda de La Leonera, corregimiento de
Cali, ubicada entre Felidia y Pichindé, en los Farallones de Cali. Hay otros
sitios pero este es el más asequible ya que queda a unos quince minutos bajando
hacia el río Felidia. Don Jaime Zertuche nos guía por sólo diez mil pesitos por
persona.
Don Jaime Zertuche. A este personaje lo conozco desde hace varios años
por referencias escuchadas en las charlas en la Pontificia Universidad
Javeriana de Cali a las que he invitado a Carlos Mario. Quizás esta historia
haga famoso para la pajarología y el conservacionismo tanto a don Jaime como a
Carlos Mario y aquí la voy a resumir para este relato informal, que no sé si
sea adecuado el género del anuncio publicitario de este evento en el que me
anuncian como ponente: Fernando
Conde, y aunque también me llamo Fernando de segundo nombre, soy más Juan,
me siento más Juan, me nombran más Juan, así que soy Juan, y pueden llamarme
Juan, y ahora me estoy firmando Juan F Conde,
porque también soy Conde, de nobleza. Y de segundo apellido Libreros que significa libertad, o el que vende
libros o al que le gustan los libros y con todos me identifico, y aunque no
vendo libros mi papá y mi mamá tuvieron una librería. Yo los escribo.
La historia de don
Jaime simplemente hay que resumirla así: extraía animales y plantas del bosque
para sobrevivir. En otras palabras, era un depredador de la naturaleza.
Pero el destino de
don Jaime era conocer a Carlos Mario y a su grupo de amigos, entre los cuales
hay varios héroes a los que tendremos en algún momento que rendirles un sentido
y gran homenaje por la valentía de querer proteger al mundo.
Y este valiente y
quijotesco grupo de conservacionistas poco a poco le fue cambiando la
mentalidad a don Jaime, le cambió el chip, como decimos hoy.
-Tanto o más dinero puede obtener si yo le traigo
aquí a personas para que usted les muestre los Gallitos de Roca-, fue el argumento para convencerlo. -Y es mejor que
usted proteja los árboles, sembremos más especies forestales y atraigamos más
especies para que el sitio se vuelva turístico de avistamiento de pájaros-.
La historia no hay
que alargarla más. Hoy don Jaime Zertuche hace eso, vive del ecoturismo. Se
gana la vida protegiendo los Gallitos de Roca y sembrando especies forestales para
que vengan todas las hermosas especies de pájaros que tenemos en estos
increíbles Farallones de Cali. Y necesitamos a muchos Carlos Mario y a muchos
don Jaime que quieran ser partícipes de esta fiesta de la naturaleza que es ver
pájaros en su entorno natural.
En nuestra rica
experiencia con don Jaime de guía pudimos ver, además de los machos de Gallitos
de Roca, por ejemplo, una hermosa especie que estaba extinta en Los Farallones
como lo es la Oropéndola Común –Psarocolius
angustifrons-. La hermosa mochila que hace de nido le compite en belleza
a su exótica figura. -Fotografías tomadas de wikipedia-.
Y en esto de
nuestra naturaleza del Valle del Cauca hay muchas contradicciones que van desde
tantos proteccionistas –necesitamos que se nos unan muchos más- hasta los
humanos depredadores –que cada vez sean
menos-, desde la guerrilla sembradora de minas miserables arranca pies hasta el
doctor Francisco Piedrahita, desde invasores de los parques naturales hasta
reforestadores de corazón como los muchachos de la Fundación Amatea.
Fotografías: Felipe Anaya
Pájaros que nunca
pensé ver en Los Farallones de Cali como el Quetzal Colinegro –Pharomachrus auriceps- o el Trogón Collarejo –Trogon collaris-, hoy poblando con sus hermosos
silbos y vistosos plumajes los árboles que aún no han sido derribados.
Tampoco pensé nunca
volver a ver a las Cotorras Cheja –Pionus menstruus-
y ser espectador privilegiado de bandadas de más de quinientos ejemplares en el
Club Campestre y sus alrededores.
O ser testigo por
los mismos sitios de una bandada de treinta Guacamayas Carisecas –Ara severa-, o grandes parvadas de Perico Carisucio –Aratinga pertinax-, o pequeños grupos del Perico
Chocolero –Aratinga wagleri-, como también la
Lora Petirroja –Amazona autumnalis- y la Lora
Común –Amazona ochrocephala-, y el Periquito
Bronceado –Brotogeris jugularis-, sólo por
hablar de la hermosa familia de las Psitácidas,
que no son otros que pericos, loros y guacamayas.
Quisiera volver a
ver las grandes y bullosas parvadas del Periquito de Anteojos –Forpus conspicillatus- que nos alegraban las tardes a
la salida del Colegio San Francisco de Asís, en mi pueblo Ginebra, también en
los años sesenta. Por ahí hemos vuelto a ver algún grupito de cuatro o cinco de
estos preciosos muchachos.
En mi blog –juanfconde.blogspot.com- publiqué hace unos días un
artículo escrito a dos manos con mi amigo Álvaro Calonje; él lo tituló “En el postconflicto los bosques caen”, y allí
denunciamos cómo en cada acuerdo con grupos paramilitares -y grupos de otras
índoles delincuenciales-, hay por todo el territorio nacional bosques arrasados
para darles tierras; o les entregan las tierras, antes bosques, que han sido
arrasados por los narcotraficantes o colonos inescrupulosos. Y es necesario
estar atentos para que cuando se firme la paz con la guerrilla, no sean los
bosques y las reservas naturales, nuestros bosques, nuestra heredad, la que sea
feriada.
En este mismo mar
de contradicciones hoy vemos al Carpinterito Habado –Melanerpes
rubricapillus-, que no deberíamos de tenerlo en el inventario de
nuestras aves del Valle del Cauca porque sus hábitats han estado en la costa
Atlántica. Llegó al Valle del Cauca y aquí se quedó, como consecuencia de la
deforestación del centro de Colombia.
Soñamos con que
nuestro Valle del Cauca, Cali y Los Farallones de Cali seamos un destino mundial
por excelencia en el avistamiento de aves porque Colombia es el país más
biodiverso en aves del mundo, el Valle del Cauca es el departamento más
biodiverso en aves del mundo y Cali la ciudad más biodiversa en aves del mundo.
Es nuestra mejor ventaja comparativa para atraer el ecoturismo de avistamiento
de pájaros del mundo entero.
Publiquemos y
socialicemos, pues, a nuestro hermoso Gallito de Roca
como nuestro pájaro insigne o emblemático del Valle del Cauca. Y para nosotros,
aquí entre nosotros y sin que se enteren los científicos, no seguirá siendo el Rupicola peruviana sino el Rupicola
vallecaucana. He dicho.
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